TEMA 6: REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL.


Durante el reinado de Isabel II se lleva a cabo el establecimiento del Estado Liberal en España, debido a la ruptura del orden establecido por la Restauración con las revoluciones de 1830 y 1848, que suponen el triunfo del liberalismo en Europa. Sin embargo, el nuevo Estado tendrá un problema que explica en buena parte su fracaso: la exclusión de la mayor parte de la población de la vida política, lo que explica el intento democratizador del Sexenio Revolucionario.

El carlismo era una ideología tradicionalista y antiliberal que defendía la monarquía absoluta, la sociedad estamental, la preeminencia de la Iglesia y el mantenimiento de los fueros (lema: “Dios, Patria y Rey”). Esta ideología contó con apoyos en las regiones forales, que temían el centralismo liberal, y de pequeños campesinos, en las que la influencia del clero era muy fuerte. Sin embargo, los isabelinos tienen sus principales apoyos en las zonas urbanas y de predominio jornalero. Fueron apoyados por parte de la alta nobleza, por el alto clero y por funcionarios. El bando isabelino contaba con el ejército regular y las ciudades, y los carlistas consiguieron formar “partidas” (grupo de guerrilleros).

La primera guerra carlista comenzó en 1833 con los levantamientos de partidas armadas en el norte por parte de los carlistas, donde consiguieron una mayor influencia. Don Carlos se instaló en Navarra dónde formó un pequeño gobierno y un ejército al mando de Zumalacárregui. El segundo foco carlista se creó en Cataluña, en la Bajo Aragón y en el Maestrazgo, dónde las tropas estaban bajo el liderazgo de Cabrera.

A partir de 1836 la guerra se decantó al bando isabelino. El ejército liberal dirigido por Espartero frenó el avance carlista y los obligó a retroceder. Finalmente, el agotamiento carlista provocó la división interna del movimiento entre los intransigentes, partidarios de seguir la guerra, y los transaccionistas, encabezados por el general Maroto, partidarios de llegar a un acuerdo honroso con el enemigo. Las negociaciones entre Maroto y Espartero culminaron en el Convenio de Vergara (1839) que marcó el fin de la guerra en el norte, no obstante, Cabrera resistió en Levante casi un año más. El Convenio establecía el mantenimiento de los fueros vasco-navarros.

María Cristina no era liberal hasta la llegada de la guerra civil, que puso en peligro el trono de su hija, lo que la obligó a derivar hacia un liberalismo moderado. La regente formó un gobierno encabezado por Martínez de la Rosa, que propuso la promulgación del Estatuto Real en 1834. Se trataba de una carta otorgada que establece unas nuevas Cortes bicamerales con representantes elegidos por sufragio censitario muy restringido. Las libertades estaban muy reducidas. Esta situación provoca un descontento de los progresistas lo que termina en movimientos revolucionarios de 1835-1836 (Juntas Revolucionarias, Pronunciamiento de la Granja) que los llevan al poder. Se creó un nuevo gobierno dirigido por Mendizábal. Una vez en el poder, los progresistas llevan a cabo una labor reformista.

Por una parte, se aprobó la desamortización de tierras eclesiásticas, en la que se desvinculan las tierras de la nobleza y el clero. Se expropiaron los bienes del clero regular, vendiéndose en subasta pública. Su finalidad fue atenuar el problema de la deuda, no hacer una reforma agraria. Por otra parte, se aprobó la Constitución de 1837. Pese a su tendencia progresista, tenía importantes concesiones a los moderados. Mantiene el principio de la soberanía nacional. Amplia declaración de derechos de los ciudadanos: libertad de prensa, de opinión… En cuanto a la religión, el Estado se comprometía a mantener económicamente al clero católico. En 1837, los moderados ganan las elecciones y la reina se enfrenta a los progresistas a causa de la nueva ley de Ayuntamientos (1840) que provoca la destitución de María Cristina a favor de Espartero.

Espartero fue progresista e impulsó las libertades, lo que produjo un auge de la prensa y de las asociaciones obreras. Sin embargo, derivó hacia un marcado autoritarismo, aislándose así del entorno progresista y perdiendo popularidad. Solamente colaboró con su camarilla de militares afines. En cuanto a la política económica, Espartero aprobó el arancel librecambista, que abría al mercado español los tejidos de algodón ingleses. Se produjo un levantamiento en Barcelona por parte de la burguesía y las clases populares, que veían peligrar sus puestos de trabajo. Este levantamiento fue respondido por Espartero con un bombardeo de la ciudad y proclamó el estado de guerra hasta conseguir su sumisión. En 1843, intervinieron los moderados, lo cual forzó el cese de Espartero y su marcha al exilio. La quiebra del régimen progresista y una serie de conspiraciones encabezadas por los generales Narváez y O´Donnell, llevaron al poder a los moderados. Ante la inconveniencia de nombrar una nueva regencia a finales de 1843, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, siendo así proclamada reina a los 13 años.


En las elecciones de 1844, los moderados obtuvieron la mayoría votos, por lo que el general Narváez comenzó su nuevo gobierno. Su objetivo era acabar con las revoluciones e implantar un nuevo régimen basado en la autoridad, el orden y la represión, es decir, se trataba de crear una oligarquía formada por la gran burguesía terrateniente y algunos sectores profesionales liberales y del ejército. Para ello, se elaboró la Constitución de 1845, que asentaba los principios del moderantismo desarrollados por los gobiernos.


Esta Constitución consistía en la Soberanía compartida del rey y las Cortes, el reforzamiento del poder real, con el nombramiento y cese de los ministros, la disolución de las Cortes y el veto a sus decisiones. Además, se incluye un sistema bicameral, formado por un Senado de designación real y un Congreso de Diputados. Cabe destacar la centralización administrativa y la confesionalidad católica del Estado junto con la obligación de mantener el culto y el clero. También hubo un control de los ayuntamientos y de las diputaciones por el gobierno central. Por último, se suprimió la Milicia Nacional y se fragmentaron los derechos y libertades.

La ley electoral de 1846 estableció un sufragio censitario restringido. Solo tenían derecho a voto los grandes contribuyentes y personalidades destacadas. Esta ley también facilitaba el falseamiento de los resultados por parte del gobierno, solo se elegía un candidato, haciendo desaparecer así la representación proporcional y las minorías.

Para mejorar las relaciones del Estado con la Iglesia, se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851), en el que el Papado reconocía a Isabel II y aceptaba el proceso desamortizador, que quedaba en suspenso. El Estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia y se reconocía al catolicismo como religión oficial del Estado.

Algunas de las medidas legislativas de corte moderado más destacadas son la llevada a cabo de una reforma fiscal (1845) y la aprobación del Código Penal (1848) y del Código Civil (1845). Por otro lado, se procedió a la reforma de la Administración pública del Estado y de la Administración provincial y municipal. Con el objetivo de mantener el orden público, se creó la Guardia Civil (1844) y se impuso el servicio militar obligatorio a través de un sistema de quintas.

Los gobiernos moderados no consiguieron estabilidad política en el Estado debido a diversos conflictos (protestas contra las quintas, motines campesinos, etc.). A partir de 1848, se realizaron protestas por parte de los demócratas y de los republicanos. Los carlistas protagonizaron un nuevo levantamiento en Cataluña (Guerra dels Martiners, 1846-1849).

Por otra parte, las divisiones internas del moderantismo y la lucha entre tendencias provocaron la inestabilidad de los gobiernos. La vida política se desarrolló alrededor de las Cortes junto con la influencia de las camarillas a favor del rey. Esta marginación de las Cortes culminó en la reforma de 1852, por la que el gobierno de Bravo Murillo, enfrentado a Narváez, estableció un sufragio más restringido, podía suspender indefinidamente las Cortes y gobernar por decreto. Todo esto desembocó en una crisis económica y aumentó la oposición de los progresistas y demócratas, cada vez más apartados del sistema.

El Bienio Progresista comenzó junto con el pronunciamiento del general O´Donnell en 1854. Los progresistas se incorporaron a este movimiento, publicando así el Manifiesto de Manzanares. Tras el triunfo de este movimiento, Isabel II se ve obligada a aceptar el restablecimiento de la Milicia Nacional y de las libertades, pues el gobierno estaba presidido por Espartero, O´Donnell estaba al frente del Ministerio de Guerra y la convocatoria de Cortes, con un número ampliado de electores gracias a la ley electoral de 1837.

La alianza entre progresistas y moderados condujo a la formación de la Unión Liberal, reflejo del acuerdo entre Espartero y O´Donnell. Las elecciones dieron una amplia mayoría a progresistas y unionistas, por lo que la presencia de los moderados quedó reducida. Las nuevas Cortes redactaron una Constitución en 1856 que no llegó a publicarse.

Hubo un intento de reformas, entre las que destacan la Ley de Desamortización civil y eclesiástica (1855), propuesta por Pascual Madoz. También se aprobó la Ley General de Ferrocarriles (1855), que ampliaba el número de inversores extranjeros. Además, caben resaltar nuevas iniciativas como el telégrafo, la red de carreteras, la sociedad por acciones y la minería.

A pesar de estos intentos, se dio una crisis de subsistencia que, junto con una epidemia de cólera, provocaron una conflictividad obrera, que querían mejorar las condiciones laborales y una serie de huelgas obreras entre 1854 y 1855. Ante este conflicto social, O´Donnell promovió un golpe militar en 1856 en contra del gobierno de Espartero. Todo esto provoca la protesta de un grupo de diputados, que realizaron movimientos de resistencia en defensa del gobierno progresista. Como consecuencia de esto, O´Donnell cerró las Cortes, suprimió la Milicia, destituyó ayuntamientos y diputaciones y anuló la libertad de prensa. Esta crisis puso fin al Bienio Progresista.

Tras el golpe militar de 1856, O´Donnell restableció la Constitución de 1845. Sin embargo, Narváez intentó volver a la situación anterior a 1854. En el año 1857, se aprobó la Ley de Instrucción Pública del Moyano, en la que la enseñanza es dividida en tres grados (primaria, secundaria y universitaria). Narváez fue destituido por la reina, fue entonces cuando comienza un periodo de inestabilidad hasta que Isabel II vuelve a nombrar a O´Donnell en 1858, pasando a ser su gobierno reconocido como Unión Liberal.

O´Donnell gobernó desde 1858 hasta 1863, unos años durante los que restableció la Constitución de 1845, lo que implicó la disminución del control de la prensa, el aumento de la autonomía de los ayuntamientos y el refuerzo del poder judicial. Además, se desarrolló la legislación económica. España participó en operaciones militares, tales como la expedición a Cochinchina, la campaña a Marruecos y la Paz de Wad-Ras.

Por otro lado, la radicalización del autoritarismo desde 1863 y la intervención de la reina, provocaron una gran inestabilidad en el gobierno. Los progresistas, demócratas y republicanos culparon a Isabel II de la situación y llevaron a cabo un pronunciamiento armado en Madrid. En 1866, esta revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil fue duramente reprimida. El gobierno de Narváez cerró las Cortes e implantó una especie de dictadura.

Esta situación empeoró debido a la crisis de subsistencia de 1866 junto con el Pacto de Ostende para acabar con la monarquía de Isabel II, convocando así las Cortes Constituyentes por medio del sufragio universal masculino. En 1867, los unionistas deciden incorporarse al Pacto de Ostende.



Esta etapa concluye con el derrocamiento de la reina junto con una revolución progresista conocida como La Gloriosa. Además, ese mismo año, se produce el inicio del Sexenio Revolucionario, que fue el primer intento de establecer en España una democracia basada en el sufragio universal masculino. Esta etapa concluyó con la proclamación de Alfonso XII como rey de España. Durante este período destacaron la burguesía urbana y el movimiento obrero.

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