TEMA 5: CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
Este periodo se abre con la invasión napoleónica de
España, seguido de una crisis Borbónica en la sociedad, economía y política.
Ocasionando así una oposición liberal de las Cortes de Cádiz, inspirada en los
ideales de la Revolución Francesa, hacia el Antiguo Régimen, cuyo objetivo era
el de instaurar el Liberalismo en una sociedad conservadora.
El rey Carlos IV cerró las fronteras para evitar las
ideas revolucionarias y volvió a hacer uso de la figura del valido a través de
Manuel Godoy. La ejecución de Luis XVI en 1793 empujó a Carlos IV a unirse a la
coalición militar europea contra Francia. La derrota de España fue clara y la Paz
de Basilea (1795) subordinó a España a los intereses franceses. La derrota en
la Batalla de Trafalgar en 1805 supuso la pérdida de la flota española. Godoy
recurrió al endeudamiento y aumento de las contribuciones para mejorar la
Hacienda. Estas medidas provocaron la oposición de la Iglesia y la Iglesia y la
desconfianza de Fernando, el hijo de Carlos IV, hacia Godoy. A todo ello se
sumó el descontento popular.
En el año 1807, los españoles autorizan al ejército
francés a entrar en el país para atacar Portugal con el Tratado de
Fontainebleau. Además, España recibiría algunas posesiones de esta. Los
franceses fueron ocupando las plazas estratégicamente con la aceptación
española, debido a esta sospechosa ocupación, la familia real huyó a Aranjuez.
Este hecho desemboca el motín de Aranjuez el 18 de marzo de 1808, en el que
nobles y eclesiásticos exigían la destitución de Godoy y la renuncia de Carlos
IV a favor de su hijo Fernando.
A causa de esto, se proclama rey a Fernando VII, por
lo que Carlos IV solicita la ayudad de Napoleón para recuperar el trono.
Napoleón convoca a los monarcas en Bayona, haciéndoles abdicar de la Corona, a
la vez que ocupa España y nombra a su hermano José rey de España. Además,
convoca unas Cortes en Bayona para aprobar el Estatuto de Bayona, en el que se
abolían los privilegios y se reconocía la igualdad ante la ley.
No tardó demasiado en expandirse el rumor de que
Napoleón había secuestrado en Bayona a los reyes, provocando así el
levantamiento de Madrid el 2 de mayo de 1808, contra el general Murat. Había
empezado una guerra contra los franceses, conocida como Guerra de la Independencia,
en la que los patriotas crearon juntas, destacando la Junta Suprema Central
como máxima autoridad.
Durante la guerra, se distinguieron dos actitudes
políticas contrarias. Los afrancesados, hombres de negocios que sacaban partido
del nuevo régimen, estaban a favor de la administración francesa y querían
modernizar el país. Los defensores de Fernando VII, que algunos defendían el
absolutismo y otros tenían actitudes ideológicas diversas.
En 1808, Napoleón entra en España y ocupa Aragón,
Cataluña y Madrid. Un año más tarde, José I regresó a Madrid. En 1812, Napoleón
se ve obligado a desplazar militares al frente ruso, lo cual facilitó el
contraataque de las tropas británicas y españolas, guiadas por el general
Wellington. En 1812, obtienen la victoria en Arapiles, Vitoria y San Marcial.
Se puso fin a la guerra con el Tratado de Valençay en
1813, debido a la incapacidad de Napoleón de mantener dos frentes. Así,
Fernando VII restablece la monarquía. El ejército español había quedado casi
eliminado tras la batalla de Bailén, por lo que pasaron a actuar en la
guerrilla, que eran grupos reducidos que solían atacar en zonas rurales.
Esta pugna tuvo una serie de consecuencias, tales como
el aprovisionamiento mediante requisas, préstamos forzosos y robos. Hubo un
notable aumento en la mortalidad y descenso en la natalidad. Además, provocó el
exilio de los afrancesados. La producción agraria quedó destruida, así como
desaparecieron los sectores de la industria. Esto hizo que el comercio se
paralizara y el transporte se vio afectado por la incautación militar de
animales. El déficit de las finanzas públicas era 20 veces superior a los
ingresos del Estado, es decir, estaba en banca rota. Cabe destacar la vuelta al
absolutismo.
Paralelamente a esto, la Junta Central suprema
organizó una convocatoria de Cortes. Señalaron a Carlos IV responsable de la
situación y se exigió una limitación del poder del monarca. Posteriormente, en
1810, la Junta fue reemplazada por una regencia dirigida por el obispo de
Orense, quien terminó de organizar las Cortes en Cádiz, única ciudad que
resistía el asedio francés, esto obligó a que los diputados fueran sustituidos
por personas presentes en Cádiz. En septiembre de 1810, se inauguraron las
Cortes de Cádiz, que eran unicamerales. Más tarde, se aprobó la soberanía
nacional, es decir, el poder se ejerce en representación de los ciudadanos de
la nación y se reconoció a Felipe VII como rey.
Se aprobó la Constitución de la España contemporánea,
que permitió sentar las bases de un nuevo sistema liberal y acabar con el
Antiguo Régimen. En 1812, una comisión parlamentaria elaboro un proyecto
constitucional en el que se definían los derechos del ciudadano, las libertades
civiles y la igualdad jurídica y fiscal mediante el reparto proporcional de
impuestos. La estructura del Estado se basaba en la división de poderes en el
legislativo, que recaía en las Cortes y se encargaba de elaborar leyes;
ejecutivo, que estaba en manos del monarca y poseía la dirección del gobierno,
y judicial, que era competencia de los tribunales y establecía los principios
básicos de un Estado. La Constitución reconocía la confesionalidad del Estado,
se volvieron obligatorias la enseñanza primaria y el servicio militar.
Las Cortes de Cádiz adoptaron una serie de leyes y
decretos con el objetivo de eliminar el Antiguo Régimen y llegar a un régimen
liberal. Se abolió el régimen señorial, por lo que la población dependía de
la autoridad pública y de la legislación
del Estado. Las tierras se quedaron en manos de los señores, que pasaron a ser
propietarios. Se realizó una reforma agraria, a través de la expropiación de
los bienes de los conventos suprimidos por Napoleón y la venta o reparto de
terrenos baldíos y bienes comunales y la limitación de mayorazgos. La
instauración del liberalismo económico impulsó la producción y el comercio,
creando así un mercado nacional y suprimiendo los gremios.
Cabe destacar la aparición de la libertad de imprenta,
que diferenciaba entre quienes pretendían reformar la sociedad española y los
que optaban por mantener el viejo orden; también instaló unas juntas de censura
para controlar posibles excesos políticos y otorgó a la Iglesia el control de
lo que afectaba a la religión. Con la abolición de la Inquisición, se
instalaron tribunales protectores de la fe para proteger la religión. Esta
abolición fue considerada necesaria para preservar la pureza de la religión,
impedir la inmoralidad entre la población y atacar a los enemigos.
Esta ausencia de poder fue aprovechada para la
emancipación de las colonias americanas a manos de una burguesía criolla
(blancos nacidos en el continente), que formaron juntas que inicialmente
mantuvieron sus lazos con Cádiz. Sin embargo, la Constitución de 1812 no afectó
a las colonias, por lo que estas formaron tres focos independentistas: en
Buenos Aires, el Virreinato de Nueva Granada y Venezuela y, finalmente, México.
El restablecimiento del absolutismo en España (1814) significó una política de
intransigencia hacia las colonias. No obstante, la guerra colonial se extendió
a lo largo del siglo XIX por todo el continente, hasta el punto de hacerse
irreversible la independencia y constitución de nuevas repúblicas. Las
autoridades americanas no atacaron la monarquía de José I y formaron juntas
independientes de la Junta Suprema Central. En 1809 se fundaron nuevas juntas,
una de estas proclamó que las autoridades españolas carecían de legitimidad y
reclamó la soberanía del pueblo. En 1811, Paraguay proclamó su independencia.
Tras el Tratado de Valençay, Fernando VII vuelve en
1814. Sin embargo, este no acepta la Constitución de 1812, por lo que impuso de
nuevo el Antiguo Régimen y puso en marcha la persecución de los liberales. En
definitiva, esta primera etapa del siglo XIX en España fue una época de
constante lucha por el poder entre el Liberalismo y el Antiguo Régimen, que
cedió a favor del segundo.
Que buenos temas, super resumidos y completos, por favor, no dejes de hacerlos🙌🙌
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